Ximena, me
amaste tanto
Y
transformaste la pasión en poesía,
Como el
cristal transparente de los ríos
Bañaste mi
cuerpo con tus besos,
Y yo te
conocí desnuda en tu alegría,
Te abrace
bajo la sobra y los nogales
Para danzar
como locos bajo las estrellas,
Y tu risa, brebaje
misterioso y hechicero
Que me
envenenaba de amor,
Me llevaba
hasta el seno de tu alma
Para perderme
en tus negros ojos
Que como perlas
de vida plena
Eran granos
de dulzura que crecían
Hacia el
cielo azul adornado de algodón.
Yo me
enamoré de ti perdidamente,
Tan perdidamente
que olvidé mi destino,
El que me
llamaba y yo no oía,
Y me
transformé en más que hombre
Creciendo entre
la maleza de la vida,
Y de tu
mano cada tarde por los años
Camine contigo
por aquella avenida.
Ahora estos
cantos lejanos
No son más
que amarga tristeza,
Son una avalancha
de versos
Que en sangre
se han convertido.
Y nada es
eterno en el tiempo
Nada detiene
la noche que llega
Manto negro
sin fondo ni esperanza,
Y ahora que
simplemente no existe
El beso
claro que habría mis venas,
Que alzaba
las flores desvestidas
En los
campos abiertos del sur,
Ahora un
suspiro se vuelve hielo
Y el sol de
verano pierde su glamur.
Ximena,
fuiste mi amor,
Me amaste
tanto y yo te di mi amor,
¿Cómo fuimos
a morir en este silencio?
¿Cómo matamos
la pasión?
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