lunes, 22 de septiembre de 2014

Estos Días



Estos días borrascosos,
De vientos desencadenados sobre mares,
De casas llorando sobre colinas.
Se quiebran las sombras siniestras,
Y de entre callejones oscuros,
Se escriben tristes sonetos de amor.


Las hojas de otoño dejan la sabia,
Desvisten el alma de los árboles,
Que enorgullecieron el cielo azul,
Caen las gotas y confunden la tierra,
Y en el fondo de la acuarela verde,
Un rostro dibujado al sol.


Estos días fríos y callados,
Escritos con llantos del cielo,
Cargados de gris y colores pastel,
Donde los pensamientos nacen,
Y vuelan como aves migratorias,
Entre las nubes y algo del esperanza.


Estos días de tiempos claros,
De cristales en los cristales,
De noches que toman el alma,
Y la forman como masa de pan,
E inquietamente te inundan,
Como la bruma que llega por la mañana.


Taciturnos e introvertidos,
Donde no estas sonriendo al mar,
Donde tal vez pudo ser poesía,
Donde se pierde el dibujo y la música,
Entre los dedos de las mariposas,
Entre las ramas secas de la historia.


Estos días escritos desde el principio,
Estañados para olvidar palabras,
Convertidos en suelo de sal,
Mustios días de tiempos y tiempos,
Mustios como las rosas en el rosal.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Somos



Somos una sola ola del mar
Sacudida por el viento y por el atardecer
Somos a la vez las gotas
Del llanto del murrio cielo
En los tiempo de guerra y sal.


Somos un castillo embrujado
Un silencio y un murmullo fugas
Un manantial de hadas aladas
Un canto rojo al atardecer
Somos un solo saber.


Somos un misterio escondido
Guardado entre sabanas
Y entre despiadados momentos
Somos espuma y arena
Caracolas y estrellas marinas.


Somos una poesía de dulces
Un rabo de nubes en el cielo
Un simposio austero descarnado
Somos las manos del sereno
Al ocaso de un tiempo completo.


Somos lágrimas caídas
Sobre tierra húmeda de verano
Un campo rubio de trigo
Acariciado por el viento sureño
Dócilmente acariciado.


Somos un arbusto tímido
Y un acantilado de pasión
Una roca madura enterrada
Sobre la eterna poderosa agua
Somos un verso de amor.

Indiferencia



No me mires con indiferencia fría,
Como la indiferencia de un cristal al supremo sol,
Pasas de mí como un viento de otoño,
Una ráfaga que solo toca mi cuello por un instante.


Te ves abducida entre la gente resbalosa,
Te confundes entre la bruma del murmullo,
Entre los sonidos cóncavos metálicos,
Te camuflas como una crisálida entre las ramas,
Aferrada, escondida, somnolienta de ver.


Y que hago yo congelado en ese tiempo,
Cuando las hojas están por caer de cansancio,
Como sigo tus pasos si me ignoras de prisa,
Si me sumerges en la ignorancia que no existe.


No me mires con esa indiferencia opaca,
Con esa aversión que rompe la seda,
Y quiebra los jarrones dorados de luna,
Te acercas como un tempano nocturno,
Sigiloso y apático a las estrellas somnolientas.


Te sientas lejos apañando tus miedos,
Guardando secretos y tus ojos de uva,
Eres voraz aun con tu silencio inocuo,
Como un lince sigiloso entre arbustos,
Robas el canto de las sirenas del puerto,
El canto que quiero escuchar
A la hora de la profunda melancolía.

¿Cómo lo fui a olvidar?



Había olvidado por un momento,
Las hojas opacas danzando al viento,
Los colores derramados por la tardes,
Sobre las calles y las grandes avenidas.


Había olvidado tu sonrisa inquieta,
La que solías compartir sin preguntar,
Mientras un café soltaba su ígneo aroma,
Junto al mar y una colina blanca sal.


Cuando vi vertida tu alma pálida,
Como pétalos de rosas sobre el campo inerte,
Dormida como ninfa entre gotas de cristal,
Cuando viento azul cubrió el susurro del tiempo,
En el instante preciso del llanto del mar.


Que existió la historia entre pedazos,
Y entre rocas y musgos se hizo camino,
Como la riza se abre después del llanto,
Como las nubes sucumben al sol finalmente.


Había olvidado el verano y el invierno,
Los tomates en tiempo de primavera,
Había olvidado las flores que vestiste ese día,
Ese día que para mí eras la más bella,
La tormenta de granizos deshuesados,
Hasta la calle con su esculpida acera.


Como viviste entretejida en mis ropas,
Impregnando tu aroma de magnolia,
Desvelando el silencio en la alcoba,
Completando mis versos y prosas.

Dormida



Me confunde verte dormida,
Entre algodones y hojas de otoño,
Te ves tan ida, tan desvanecida,
Como un pétalo dulce caído al sol.
Te envuelves en brillos y sales,
Antes que el ocaso toque tu seno,
Y esconda tu rostro de cera,
Entre sus manos de gigante alado.


Me confunde verte callada,
Quisiera que tus ojos negros,
Me hablaran con cantos de estrellas,
Y yo quisiera escucharlos,
En la penumbra que deja la tarde.
Pero te vas lentamente entre una bruma,
Que me enceguece y me aturde.
Te vas como un pajarillo inquieto,
A finales del verano rojo.


Me confunde estar a tu lado,
Sin sentir el pulso de tu alma,
Verte desde mi cristal empobrecido,
Antes que el sereno se apodere,
Del trabajo y esfuerzo del mundo.
Antes que el llanto de la lluvia,
Toque los arboles cansados,
Y convierta sus ramas,
En invernales alaridos nocturnos.


Me confundes simplemente,
Como sencillamente,
Confunde el otoño las hojas,
Y las tiñe con carmesí color.


Me confunde tenerte cerca,
Dócil suspiro de golondrina.
Me confunde no tenerte,
Aunque tu piel queme la mía.

Señora

Ahora solo en este frio mundo Extrañando los campos verdes Y el cielo claro de tus ojos negros Se me vienen al alma sus versos Su infinita p...