Me quedo obstinadamente luchando con el sueño
condensando los versos claros de tus negros ojos
abriendo la puerta que se cerró con mil cerrojos
en el silencio de la hora donde soy tu solo dueño
Me quedo pensando en escribir sonetos a las flores
que tus caderas adornan al fuego con tanta elocuencia
al final de un camino donde el alma pierde conciencia
y las dudas tenebrosas naufragan en el rojo mar de amores
Sé que vives, hada hechicera, en la tierra de nomos
que me miras entre las cuerdas de mi guitarra trigueña
cuando en un toque de piel abrupto al amor somos
Me quedo tozudamente escribiendo al sonido de la locura
hasta el alba que se eleva nuevamente misteriosa
sobre los cuerpos mestizos empapados de bravura