A veces yo no puedo dejar de pensar tanta cosa
No puede dejar de retratar su rostro en una poesía
De mirar ese azul marino que ella esos días vestía
No puedo dejar este pensamiento que me acosa
Estaría en esa tierra, en cada hoja de otoño que vuela
Dibujando con mi pluma aguda sus ojos aromáticos
Estaría enviando al ocaso encendido los versos erráticos
Envueltos en caricias tejidas a la luz de una candela
Escribo y crecen las flores al costado del sendero
Se abren paso entre los espinos que siembra la gente
Escribo y es musa, es rimas fundidas en un caldero
No puedo dejar de retratar su cuerpo con cada letra
Ni de confundir la tarde con sus labios ardientes de vida
No puedo dejar ese perfume que mis sentidos penetra