Cantos inundados de la tierra.

Mientras vuelves,
Los poemas son escritos
Con tiza blanca de pizarrón,
En rocas y en madera,
En todos muros que puedan pensar,
En tablones de los parques
Y en la mesa de la cocina,
En la arena de la playa
Con sus olas desteñidas.

Este tiempo que espera
Sabe que tú guardas un secreto
Bajo la sombra de tu cama,
Que no tiene más remedio
Que quedarse ahí varias estaciones,
Viendo la luz por la ventana.

Las calles cubiertas
Colores derramados a los ojos,
Siluetas danzantes en la costa
El viento todo lo anima,
Una memoria truncada
De tus pasos bajando la colina.

Mientras vuelves,
Me mantengo escribiendo
Por las tardes en el gran silencio,
Me sumerjo en tu inspiración
Y el misterio en tus cabellos se anida,
Se vuelve cercano tu rostro
Más cercano que mi propia vida.

El crepúsculo que arde sobre el mar
Me importa tanto verte sencilla,
Verte ordenando tus cosas
En tu espacio que al mundo se cierra.
Me importa saber que lees
Los poemas escritos esta tarde,
Los cantos inundados de la tierra.

Dame

Dame de tu tierra un canto,
Un arrebol floreciendo sobre las nubes,
Abre tus manos que me embrujan
Con el aroma de hierbas primaverales,
Dame un minuto de tus horas,
Un segundo de tus ojos profundos,
Tu llanto triste al compás de las olas,
Y tu risa alegre en el campo abierto.

Dame el sonido de tu pelo,
El sueño de querer ser extranjera,
La bandera coronada en tu pecho,
Y todos los misterios de tu alma,
Dame la sinceridad que te baña,
El sol naciente que te inunda,
El reflejo de tu espejo
En el cuarto secreto de la vida.

El canto de tu tierra morena,
El sonrojar de tu gente sencilla,
El abrazo que guardas desde años,
Para quien te robe la vida,
Dame tu angustia cuando sola
Viajas por las calles dormidas,
Tus deseos más ocultos
Y un poco de tu suave poesía.

El marchitar de tu vida,
El beso que quedo en ti dormido,
El sendero no compartido,
El cielo rojo que te cubre,
Dame un tiempo alejado,
Un tiempo solo para compartir,
Un café y unos versos perdidos
Un silencio donde poder vivir.

Locura bella

En esta locura bella
En esta tarde calmada,
Siluetas quietas flotando,
Lunas que brillan por noches
Y por tiempos fundidos al negro.
En esta playa donde las huellas
Vivieron por un instante,
Donde gaviotas inquietas se alzan
Sobre rocas de fría mirada.

Camino de rocas abriendo el mar,
Sumergiendo aristas en las aguas,
Respiro del aire que toca la cara,
Olas que dejan su espuma
Y un barco olvidado que espera.

En este momento solitario
Cuando todo se hace uno
Y uno es todo que existe,
Emergen del mar
Los témpanos del tiempo
Para recordar las sombras
Que caminan entre las hojas,
Que conversan al silencio,
Que comparten la vida
Un café, un minuto etéreo.
Estado del alma
Que levita en las horas,
Donde la jornada se hace lenta
Al caer del sol tras los muros,
Sobre el plano horizonte lejano.

Locura bella,
Que atrae recuerdos ocultos.
Secretos del pecho
Que solo conocen las casas
Que se arriman a las caderas de la costa,
Que abre la luna tras la niebla
Y deja vivir el tiempo en el silencio.

Puerto

Que solitarias se ven
Las anclas en el puerto,
Tentáculos de acero desnudo
Desgarrando el suelo rocoso,
Sosteniendo barcos que descansan
Después de la verbena nocturna
Bajo el sol del verano virtuoso.
Barcos de mástiles firmes al viento
Tocando el cielo con dedos sagrados.
Barcos que zarpan al silencio
Que traspasan el fuego del alba
Rayando el cristal que se ondula,
Mientras se alejan imparablemente
De la serena señal en la montaña.

Y yo aquí sentado
Compartiendo con tu sombra,
Observando el mar
Que como un cachorro juega
Con los muelles de madera,
Como lleva y trae las rimas
Y lava la tierra de sus penas.

Son nutrientes de un cáliz dorado
La sales esparcidas en el suelo,
Inquieta espuma que impregna
El desvelo que vive en el puerto.
Mil ojos atentos desde las pendientes
Aguas que corren y mueren en el asfalto,
Casas y colores absorbiendo energía
Trepando las rocas hasta cima.

Yo no había visto tanta cosa
Desde que caminamos juntos aquel día.

Tu rostro

Yo no puedo escribir versos
Intentando olvidar tu rostro.
No puedo componer los huesos
De canciones que yacen en tierra,
Si no atrapo un rayo mezquino
De un cometa surcando al cielo.

Tú me invades desde el alma
Como la luz blanca que nace en Julio,
Y yo no puedo olvidar tu rostro,
Que atraviesa los muros viejos
De casitas que durmieron por tanto,
Y despertaron al amanecer del mar.

Amiga mía, soy una desvelada criatura,
Un trozo de madera flotando en las costas.
Y me adentro en las aguas de plata
Como barcos digiere silencio,
Barcos que sueltan sus amarras
Y abren la escamosa piel de las olas.
Y Me revelo a la noche oscura
Y extiendo mi mano a tu día.

Yo solo puedo escribir
Lo que no puedo olvidar.
El momento alado que se arrima,
La lluvia acariciando las flores,
Los pasos condimentados con risas
Y el detalle que guardas en tus dedos,
La espera del bus en la esquina.

Nada te acerca más que un poema,
He intentado escribir
No pensando en tu rostro.
Nada te hace más real y verdadera
A estas horas de la noche,
En este cuarto taciturno.

¿Desde dónde, desde cuándo?

¿Desde cuanto vives tan lejos?
¿Desde cuanto olvidas mi canto?
Clavel que se eleva al viento
Que crece entre las ramas de un árbol

¿Dónde viste tanta locura?
¿Quién te hirió el alma y te desojo?
Y quiso secar la tierra en tu seno
Donde nació un día un dulce amor

Te miro ausente vertiginosa
Golondrina inquieta que buscas refugio
¿Quién te ha dado tu encanto?
¿Quién te amo en lo profundo?

Mimosa en tu cálido centro
Yo sé que buscas aun las estrellas
Sé que las ventanas mantienes abiertas
Al sol que por ellas tu vida inunda

No sé cuándo cerraste la vertiente
De los besos que nacen al alba
Cuantos dejaste al frio tendidos
Tras el invierno de altitud brava

Secretos en tu piel marcados
Cuantos guardas en tu cofre de oro
Aroma que se huele con el tacto
Bajo las sabanas sin decoro

Solo una nota volátil toca tu cuerpo
Bajando grácil como una mariposa
Poetiza que escribe mil versos
Que ama al sol errante de la aurora

¿Desde cuándo todo es tan sincero?
Entre tú y yo, un hombre extraño
¿Desde cuándo el sonido de esta luna?
¿Hasta cuándo este viento restaño?

Me iré

Vendrás por el cielo
Y yo tal vez me iré con mi destino
Enmarañado en las esquinas
En los bordes de la madera
Como un desatado viento
Que azota las costas rocosas
Y se va por la mañana
Cuando un suspiro húmedo
Vuelve al puerto su inquieta vida.

Tal vez me iré simplemente
Como simplemente algún día llegué
Entre la lluvia y la bruma
En un negro café expreso
Y una dulce y fría limonada
Me iré y olvidare mi pluma
Y mis hojas blancas desnudas
En un cuaderno de notas raído
Olvidare el calor del sol que arde
Y la tristeza de la luna que vive sola

Tú vendrás en tu ave de acero
Sobre la espuma del cielo
Sobre un continente que crece
Que emerge desde el abismo
Llegar algún día y yo no estaré
Me habré ido con mi destino
Elevándome también por la noche
Como cometa que se pierde
Entre los miles de ojos celestes
Me habré ido tan lejos
Y tú no veras donde.

Tal vez tú regreses ese día
Y yo sencillamente parta
Con el polen de tu risa en mis hombros
Con tu crítica a mi locura perdida
Con tu rostro dibujado en el alma.

Soy Feliz

Soy un hombre feliz
Tengo mi tierra y mi luna
Vivo bajo un árbol inmenso
Compartiendo frases desnudas
Dibujando sueños con la nubes
Vendiendo risas en escaparates
Caminando en el húmedo parque
Mirando en el fondo su figura
Alegremente de estar vivo
Escribiendo por todas las tardes
Por todos los cielos amasados
Por arreboles encendidos
Soy feliz aunque la tristeza
Golpe mi puerta ciertos días
Aunque aguaceros nublan el día
Y la rabia trate de cubrir el rostro
Y si la mala fortuna aparece
Robando el canto de la mañana
Soy feliz por qué puedo verle
Aun en las sombras de mi locura

Tengo amigos y enemigos
Forasteros también me conocen
Saben que camino deprisa
Pero hago pausas pera ver las flores
Que miro estrellas por las noches
Cuando tranquilo estoy en la banca
Y si se esconden las tímidas lucecitas
Tras la espesa nocturna borrasca
Descubro en las gotas mil amores
Y mil cantos de hojas en el viento

Soy feliz y quiero ser sincero
Amo lo que tengo sin prejuicios
Y si no lo tengo no lo envidio
Soy feliz asi simplemente.
Soy un hombre tranquilo
Normalmente enamorado.

Léeme

Amiga,
Léeme como un libro lentamente,
Como un cuento que abre sus hojas
En el tímido otoño rojo de esta isla,
Como un hibrido encanto de la noche
Encantada por mil y una caricias,
Léeme en silencio y sin reproches,
Con mis destellos y mis negros minutos,
Con mi sinfonía agonizante
Que busca abrir al cielo su vida.
No pases las páginas sin comprender
Cada misterio en ellas vertido.
Cada letra es un símbolo abierto
Es un secreto que se arrima,
Que se siente con el alma,
Y con los mismo ojos de ella
Solamente se mira.


Amiga,
Léeme tal cual como soy,
Complejo y simple como las olas,
Que vienen y van sobre las rocas
Y bañan en el fondo toda la vida,
Léeme abriendo mi pluma discreta
Sacando las escamas que cubren
La coraza de un alma perdida.
Descubre cuanto escondido exista
En los cajones y en cada esquina,
En los rincones que ya olvide,
Pero que son parte de mi libro,
De mi vida fugas en esta tierra,
De mil años que son un segundo,
Y que resumo en cada verso


De estas cartas a veces heridas.

Me gustas

No sé por qué me gustas
Y confundo el tiempo en esta roca,
Por qué te miro y pienso tanto
Y recojo rosas en las esquinas.
No se por qué pasa el tiempo
Y yo no estoy ahí para tomarlo,
Y me pongo viejo comprendiendo la vida.

La consumida tarde no acaba,
Otro viernes borboteando de risas,
Y yo escribiendo en mi cama
Desnudas letras que nacen
Al papel y a la poesía,
Que esperan salir volando
Cortando la bruma espesa
Que quiso apagar los faroles,
Y despoblar el cielo de estrellas.

Yo recibo tu aroma desde lejos,
La brisa del sur trae tu encanto.
Se posa en una copa de vino
Y penetra fuerte los labios,
Y tú me recibes allá lejos
Como un brujo que embruja tu alma,
Con un viento tibio del mar
Que agita tu pelo en calma.
Me recibes y es ese segundo,
Cuando crecen las flores nocturnas
Silbando su canto de estrellas,
Cuando mi canto al cielo
Se hace vivo en un poema,
Y tú, como receptora innata de el,
Lo guardas en tu cajita de luna
Y lo acomodas para no olvidar
Que escribí estos versos aquí
Para ti… quien me gusta.

No me preguntes

En momentos como este,
Cuando todo se vuelve espeso y húmedo,
Cuando deambulo entre la bruma
Y las sombras de noctambulas,
Que caminan sin sentido por la acera,
Como barcos perdidos y solitarios
En medio de un gris océano planetario,
Parecen rozar mis brazos
Contagiándome de tristezas.

En momentos como este
Quiero tener tus oídos atentos,
Despiertos como tus ojos alegres.
No me preguntes mi historia
Aunque tenga tanto que decir acerca
¿Cuánto cuesta volver a sentir la vida?
Volver a escribir al aroma
Penetrante de un humilde jazmín.
Quiero que hablemos de nada,
Y nos riamos de todo lo absurdo.
Quiero compartir una canción
Y olvidar la lluvia que golpea ventanas.
Y puede que el silencio impune
Se abra camino en instantes,
Entre las gentes que murmullan,
Pero aun así quiero que escuches
Atentamente lo que digo
Me he dado cuenta que digo mas
Cuando solo miro tus ojos
Y tu miras los míos.

No quiero que me preguntes
Cuanto ha pasado, ni cuánto han vivido
Créeme, quisiera reescribir un libro
Y llenarlo de tu alegría.

Si abro la tierra

Quizás si abro la tierra
Encontrare el silencio que busco,
Si muerdo las palabras,
Y olvido el murmullo,
Y toda maltratada hora,
Toda cansada tarde,
Y toda noche absurda.

Si abro la tierra,
Si busco poemas en rocas,
En corrientes de agua clara.
Si abrazo el sendero,
Y el sonido de una ola,
Tal vez encuentre lo que busco.
Tal vez lo encuentre,
Mezclado en arena o limo,
Drenando como mí savia
Hacia mis pies desnudos.
Quizás el aroma húmedo
Me abrace desde adentro,
Me arrebate el alma
Y descarne los huesos,
Robe los besos que he guardo
Desde tanto tiempo,
Probablemente encontrare
Algo etéreamente cierto,
Verazmente oculto de todos,
Despiadadamente suave
Creciendo como flor al cielo.

Si escucho el tiempo,
Que pasa como el viento
Que arrastra la mente,
Que confunde el futuro,
Si abro la tierra,
Quizás encontrare
Finalmente lo que busco.

Dedicado

Antes que me preguntes
Porque he dedicado estos trozos,
De arrecifes letrados e insolentes,
Quiero que sepas que no hay nada más,
Entre ellos y mi que tu.

Antes que despierte esta luna
A la romántica sonata del mar,
Iluminando la colina de metal
Tras el silencio oscuro de la noche,
Después del fogoso atardecer.

Quiero que sepas que
No puede tener otro destino,
Cada letra, cada coma, cada signo.
Engravados en madera de arce
Se mantienen vivos con su sangre.

Antes que emerja la gente,
Desde las puertas que durmieron,
Desde las calles angostas
Que nacen desde la ensenada,
Como el musgo entre las rocas.

Quiero que sepas que no hay
Otro destino dedicado,
Otro camino exclusivo,
Escondido en un terreno abierto
Otro verso más amado.

No hay palabras más palabras,
Ni verbos más verbos,
Que los que están escritos
Ha esta hora del tiempo,
En este lugar de la vida.

Matanza

Calles viejas de matanza,
Venecia cubana,
Tus venas blancas,
¡Qué vida, que alma
Que sangre tan brava!
Incubas en tus muros,
En tus adobes dormidos,
Que guardan el tiempo,
Que guardan el llanto
Y la poesía inconfundida,
La clara palabra mortal,
El canto eterno,
Y el llanto de madres
Sobre solitarias cornisas.
Gente que nace,
Que vive simplemente,
Piel morena en tus manos,
Y en tus caderas
La sordez de impenitente,
Y el mustio encanto
De las calles ardientes
Desembocando en las avenidas
Que acarician las riveras celestes

Viejos carros
Llenos de vital sonrisa
Colores alados
Rodajas de historia
Congeladas en el tiempo
En recuerdos mendigos
Que dan vida a los ciegos
En la soledad de una calle,
Bajo el sol que adormece.

Celeste azul estampado
Sobre la verde sabana,
Y la tierra caliente,
Cuidad de los puentes
De cultura vieja,
Escrita en poemas,
Con tinta de sangre,
Con tinta de sueños,
Y con cantos del alba
Al caribe turquesa,
Entre las tierras
Y las aguas tibias.

No te conozco,
Ni conozco tu danzón,
Que suave como las olas
Amarra el cuerpo
A la música.
No conozco tus caminos,
Ni tus secretos pasados,
Solo se que conviven
En ti la sangre y la carne,
El calor y el llanto.

Y por entre las cuencas,
De tus ojos nocheros,
De tus fachadas perdidas,
Por entre caudales
De nostalgia cubana,
Creciendo como la hierba,
Se esparce el chisme
Entre comadres,
Lo que tú tienes
En tu puro vientre
Mujer soberbia,
Que amarras la mente.
Secreto escondido,
Encriptado en vocales
Perdidas entre tus calles,
Mescladas como llanto,
En las aguas de tus ríos,
En tus escritos,
Y en tus poemas,
En sus páginas,
En tus cuentos,
Y en todo
Lo que guarda,
Lo que pensé
Había perdido.

No me acerques

No me acerques a tu pecho
Dormido bajo la noche y mil ojos,
En silencio el respiro se hace evidente,
Fantasma que despierta sentidos,
En un mohoso cuarto sumergido,
En el cuadro que refleja sonrisa,
Tatuaje que reescribe la historia,
Que amarra el crepúsculo a la ventana,
Como barcos que se alejan
Hacia donde no llegan gaviotas,
Hacia las llamas del sol,
Y el hielo de la luna.

No me acerques con tus ojos,
No me mires diciendo nada,
Como veneno puro y refinado
Que pongo en el té de la mañana,
Como viento de agosto tus pupilas,
Atravesando las calles dormidas,
Bajando colinas al mar inquieto,
Que habla de ellas con las rocas.
No me acerques a tus negros ojos,
Vestidos de clara transparencia.

Si hablo de ti, todo es sentido,
Tú me acercas con tu lejanía,
Aunque vayas corriendo hacia las olas
Y yo me quede sentado en la playa.
Me conmueve verme tan rodeado
De poemas que vienen a mi mente,
Tú te vas y tu silueta sigue
Caminando hacia el alma,
De esta cuidad ahora inerte.

No me acerques, no respondas,
No escuches si hablo con mi silencio,
O si te invito a tomar una copa.
Aunque… si no lo haces
Cautivaras mis manos en tus celdas,
Y yo me quedare ahí tendido,
Esperando quizás me mates,
O me olvides en este país rendido.

Otras edades

Tu vienes de otras edades

Vienes cubierta de hierba,
Y de sol ardiente de una isla,
Caminas enredada en mi tiempo,
Entre edificios llenos de historia,
Entre grietas de miseria.
Floreces y revives alegre
Como una pequeña estrella,
En el más profundo negro cielo.

Tu vienes adornando senderos,

Vienes lejos entre las hojas,
Y te alzas por los rayos que emergen
Entre los huesos, entre las olas.
Con tu presencia enmascarada
Nutres al hombre de las cenizas,
Nutres su sangre amarga,
Rojez que tomas entre tus manos,
No sabes acaso cuanto,
Cuanto has dado sin saber
Que tus edades vienen a ser vida.

Cavilando entre la niebla

Y tu apareces desde esa tierra,
Desde este tiempo acorazado
Entre la angostura de las colinas.
Los años son lejanos, son sordera,
Separan el cristal de las aguas.
Como debo olvida ese día,
Ese que tus edades se volvían
Como un extraño viento,
Que llevaba tus palabras
A mi oído atento en silencio.

Tu vienes de otras edades,

Yo lo se amiga mía,
Sé que tus manos son suaves
Y las mías lo fueron un día,
Sé que el mundo es inmenso
Y salvaje cuando se le ve a la cara,
Pero para mí eso es solo un misterio,
Y no es un secreto prohibido.
Ya no vale la pena pensar en eso.

Casita Chica

Como fuiste a llegar allá
A ese extremo de la colina
Como subiste encaramada
Arrastrando tú historia nativa

Te encontramos ahí segura
Mirando el mar y las olas
Te encontramos pensando
Abriendo cantos a la lluvia
Casita chica, roja.

Hacia la playa clara
Tu rostro, tus escalones blancos
Como miras, como dices tanto
Te vimos vestida de espuma
Reflejando el sol y la luna

Desatada casita nos viste
Nos viste caminar como extraños
Locos raros que no pensaban
Que tú en esa colina alta
No nos mirabas en secreto

Rocas y pastizales bailando
Embrujados momentos guardas
Y yo ahora los tomo acá
Después de tanto verte ahí
Después de tanto recordar
Aunque ya no estemos
Frente a ti casita chica.