viernes, 20 de junio de 2014

Existencia



Que pasa que no caen estrellas a esta tierra desolada,
Me he vuelto un aliento deambulando por los calles,
Mientras busco casi todos los rincones de tus lomas,
Pendientes bañadas de agua serena y cristalina,
Que cubre suavemente esas caderas dormidas,
Ojos de mar y cabello del sol poniente en un día de invierno.
Cuerdas de una guitarra lejana que interpreta sentimientos,
Como quien interpreta los sueños de reyes medievales.


Es la rojez de esta rosa la imagen perpetua en el abismo,
Gritos desde el centro que llaman a esta murria puerta,
Y yo en un acto de desesperación incomprensible,
Dejo el cerrojo amarrado con lazos de indiferencia.
Claro está que este cielo no siempre puede padecer
Tantas amargas gotas de lluvia llenando el firmamento,
Gotas de lluvia y llanto desconsolado y perdido,
Entre la bruma y la yerba verde que crese en el campo.
¡Hay si existiera un minuto en el tiempo acallado!
Tan solo un minuto que transformara el destino,
Abrumado por tanta pasión escondida tras el polvo,
En los ermitaños baúles de las casas viejas,
En los vórtices escondidos de los secretos más secretos,
Y de los misterios más misteriosos de la vida.
De tu vida.


Ahora es cuando cantan sirenas con los huesos de mi vida,
Es cuando mi sangre borbota como flor de liz desde mi pecho,
Y como lava ardiente baja hacia las laderas de tus pies.
Quisiera entonces llevarte apabullada por los arreboles ardientes,
En una tarde abstraída del tiempo y las estrellas distantes.
Quisiera que no fueras solo un poema grabado en las rocas,
Que viven en las costas de todo el insaciable mundo conocido.
Más bien quisiera fueras un inspirado suspiro del alma,
El aliento de vida de las flores que planto cada mañana,
El color grácil de lo que no se toca pero se siente en los labios,
Y vive alumbrando el fuego que nace con furia incontrolada
Carcomiendo lentamente el azul desde la tierra hacia el cielo.


Desde donde y desde cuando las cuencas de tus ojos
Se visten de colores purpura y marfil con toques de melodías
Te acerca a las costillas del universo entero, sigilosa,
Cuando los gritos apabullantes son barridos por la noche misteriosa
Y de entre las nubes brillantes que se ven a lo lejos
Se cuelgan los versos escritos con tinta de amor en papel de silencio
¡Hay de estos días tan borrascosos y apresurados en sí mismos!
Si no fuera por los témpanos de hielo que crecen en los prados
Vistiendo la vida y la poesía de turquesa plata y rojo desvelo.
Si no fuera porque existes, crisálida amada, como esta copa de vino.
Tal vez nada de lo que es, seria cierto al fin del tiempo,
Y yo, estaría totalmente consumido y congelado.
Escribiendo mustios versos de soledad.

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