sábado, 26 de abril de 2014

Caminata



A veces pienso que no hay nada más sincero,
Que caminar por los parques entre la niebla perdida,
Que gusta arranca el color derramado desde el cielo
Impregnado en las casas que adornan alguna colina.


Caminar sobre la humedad de la tierra
Sintiendo su callado melancólico aliento,
Desvanecerse entre los arboles de la avenida
A temprana mañana arrancando la sal de cemento.


En esta isla de misteriosas historias dormidas
Entre las rocas y eternos faros vigilantes,
Fríos acantilados de cara al infinito horizonte
Salpicados por el mar y sus olas danzantes.


La quietud ensordecedora de las calles
La música en la bemol menor flotando en la brisa,
Que más sincero hay que caminar pensando,
¿Qué sería de mí sin el misterio de su suave sonrisa?


Caminar leyendo las notas cristalizadas
En las gotas de rocío que cuelgan de tímidas ramas,
Aferradas a las hojas como mis sueños a su historia,
Como mi alma a sus poéticos ojos de negro rubí.


Por un sendero pasivo de espíritu y razón
Me sumerjo a caminar tejiendo mis rimas malheridas,
Maltratadas por la ausencia del blanco color de sus manos,
Y por el mohíno tiempo en estas calles prohibidas.


No hay nada más sincero que caminar en silencio
Rompiendo el frio que atraviesa las negras telas,
Tomando una vara que en suelo quedo dormida,
En esta tierra donde su aroma por las grietas se cuela.

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