miércoles, 3 de septiembre de 2014

Dormida



Me confunde verte dormida,
Entre algodones y hojas de otoño,
Te ves tan ida, tan desvanecida,
Como un pétalo dulce caído al sol.
Te envuelves en brillos y sales,
Antes que el ocaso toque tu seno,
Y esconda tu rostro de cera,
Entre sus manos de gigante alado.


Me confunde verte callada,
Quisiera que tus ojos negros,
Me hablaran con cantos de estrellas,
Y yo quisiera escucharlos,
En la penumbra que deja la tarde.
Pero te vas lentamente entre una bruma,
Que me enceguece y me aturde.
Te vas como un pajarillo inquieto,
A finales del verano rojo.


Me confunde estar a tu lado,
Sin sentir el pulso de tu alma,
Verte desde mi cristal empobrecido,
Antes que el sereno se apodere,
Del trabajo y esfuerzo del mundo.
Antes que el llanto de la lluvia,
Toque los arboles cansados,
Y convierta sus ramas,
En invernales alaridos nocturnos.


Me confundes simplemente,
Como sencillamente,
Confunde el otoño las hojas,
Y las tiñe con carmesí color.


Me confunde tenerte cerca,
Dócil suspiro de golondrina.
Me confunde no tenerte,
Aunque tu piel queme la mía.

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