No quiero escribir a
la muerte
Porque es oscura y
tenebrosa,
No quiero pétalos
marchitos
Ni las rozas desojando,
No quiero un llanto ni
un duelo
No quiero escribir a
la muerte.
Yo abrace la poesía dulce,
Como abrace su cintura
algún día,
He hice crecer palomas
como besos alados
Que alcanzaban el sol
al ocaso.
Y mire sus ojos,
Sus negros ojos
silvestres,
Perlas de tiempo y
primavera,
Y como un ladrón
oculto en la penumbra
Robe un alma y una
pluma.
Un canto escrito en la
piel,
Una enredadera de
sentimientos que aturden,
Es que pensar en vacío
Me quiebra el ama y
las notas,
No se puede encadenar
las letras
Cuando nacieron en las
praderas verdes.
Yo, no quiero escribir
a la muerte,
Aunque su horqueta de sombra
a mi camino,
Aunque la vida no exista
sin ella,
Y las flores queden en
el olvido.
Tantos tiempos en esta
tierra,
Se quebraron como
cristales tímidos,
Olvidar es imposible
cuando aun
En el desbastado
silencio
Sus pasos me siguen.
En las calles, en las
aceras,
Y aunque arranco sigiloso
Su manto me arranca el
alma
Y rompe mis venas.
¡Qué no muera mi poesía!,
Espero se amarre a tus
venas
Como el veneno se arraigó
en las mías.
No quiero escribir a
la muerte,
Porque es oscura y
violenta,
Porque no avisa y se entromete
Para robar el aliento
y la primavera.
Yo la amé con el alma,
Le di mis flores mas
queridas,
Y también mi silencio
mas profundo,
Le di mis manos y me
pecho,
Le di mis penas
confundidas,
Y mi risa desnuda en
una playa.
Como un baile la poesía,
Dando pasos se volvió
absoluta,
Cuando tomaba su mano
Inquieta y escurridiza.
Pero no quiero
escribir
Ahora a esta muerte
que me acecha,
En este silencio
terrible,
Mas que tus ojos y mi poesía.
Mas que tus ojos y mi poesía.
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